Cada vez se tumba en la cama, le entran unas ganas desenfrenadas de que él esté ahí con ella. En ese preciso instante, le encantaría abrir los ojos, girar la cabeza, y que él estuviera ahí, despeinado, tan guapo como siempre. Y acariciarle el pelo, besarle en la mejilla y luego en los labios y mientras, sonreír. Y que él la corresponda con unos besos en el cuello, y subir hasta la oreja, mientras ella escucha en su oído su respiración, que poco a poco se acelera. Acariciarle la espalda, mirarle a los ojos, decirle te quiero, y besarle hasta que la ropa sobre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario