Y entonces apareces tú. Apareces desesperándome, y me demuestras que la paciencia merece la pena. Me demuestras que se puede volver a querer con locura a alguien, incluso que se puede querer más de lo que jamás pensé, que donde yo creí que estaba el límite no es más que una ínfima parte de lo que se puede llegar a sentir. Y cada día me demuestras que siempre se puede más. Que el amor puede crecer infinitamente, que si la vida nos deja, podemos rozar un máximo.
Te has convertido en alguien esencial para mi. En alguien necesario. En alguien vital. Y me asusta el hecho de que, si algún día dejara de tenerte, mi vida se desmoronaría. Volvería a caer, porque he vuelto a depender.